martes, 9 de noviembre de 2010

Matadero occidental de Konkret


La pieza habla del capitalismo como fuerza sistémica occidental, investigando la devastación silenciosa y cotidiana de nuestro tiempo y el tipo de subjetividad que ha construido el capitalismo


FICHA ARTÍSTICA

MARÍA DEL MAR GÓMEZ ARAGÓN

PABLO IGLESIAS TURRIÓN

OLIVIA ISIDORO CALLE

ÓSCAR ROBLES

CÉSAR DE VICENTE HERNANDO

LORENA DE VICENTE



FICHA TÉCNICA

Luminotecnia y sonido

ÓSCAR ROBLES

Producción

CENTRO DE DOCUMENTACIÓN CRÍTICA

Escenogramas y Dirección

CÉSAR DE VICENTE HERNANDO



SALA YOUKALI


Del 12 al 27 de Noviembre: viernes y sábados a las 20:30

c/ Santa Julia, 11

Metro: Nueva Numancia;

Buses: 10, 54, 57, 111, 310.


INFORMACIÓN Y TAQUILLA


TL: 914782220

salayoukali@gmail.com

http://salayoukali.blogspot.com



SOBRE LA PIEZA


El siglo XX se inició con una de las novelas más impresionantes que se han escrito: La Jungla, del escritor socialista Upton Sinclair. La descripción que se hacía en la misma de los mataderos de Chicago y de las condiciones de vida de los trabajadores resulta terrible. Esto, lite-ralmente, significa no solamente un miedo intenso sino algo que resulta difícil de tolerar. Pero la imagen de este matadero ha atravesado todo el siglo. Se hizo efectiva en los campos de Europa en las dos grandes guerras que hubo. Se conformó como ontológica en los geno-cidios de Congo, Armenia, Hiroshima, Auschwitz, Vietnam, Sudáfrica y Palestina. Se convirtió en parte de la mirada gracias a los planos con que Eisenstein terminaba su película La huelga, y subió a los escenarios en Santa Juana de los mataderos de Bertolt Brecht. En los últimos tiempos el matadero ha sido imagen de los informativos de televisión cuando se informaba sobre la situación en Ruanda, y de algunos documentales que señalaban la tragedia que provoca el tráfico de armas y la extrema pobreza, como hacía La pesadilla de Darwin. Como se ve, el matadero puede ser una buena des-cripción de parte de nuestra historia, de la historia de lo que pomposamente se ha llamado “países occidentales”. Empezó despiezando vacas y cerdos y ha aca-bado por destrozar la tierra misma después de hacer lo propio con el ser humano. Lo hemos visto y también los sabemos. No es todo pero parece suficiente. Algunos han preferido ver en esta brutalidad humana una condición natural del mismo ser humano. Está en sus genes, se decía: “el hombre es un lobo para el hombre”. Otros lo han atribuido a la extrema fragilidad de la razón y de su faro luminoso, pero las mayores planificaciones de matanzas y des-trucciones se han acordado precisa-mente en los despachos de ilustres mandatarios, justificados por intelectuales y asumido por gran parte de la población. Esta paradoja fue descrita por Walter Benjamin en los términos conocidos de que “todo documento de cultura es también un documento de barbarie” o segregando de la Razón una parte podrida que sería la razón instrumental.


Despiezar, como desmotar, un ser huma-no. Esta es la imagen que está implícita en Matadero occidental. Lo llevó a escena Brecht cuando estrenó Hombre por hombre. Quería mostrar que un ser humano no solamente es el resultado de determinadas condiciones sociales, con-diciones que inciden también en su desarrollo psicobiológico, sino que esas condiciones pueden construir, destruir y reconstruir a un mismo ser humano. En la obra de Brecht el ejército era la institución que lo hacía, hoy es el mercado, la publicidad (que ya se esbozaba en Pierrot, le fou de Godard), el trabajo y la cultura. Y lo que lo produce no es un destino, la decisión de ningún dios, ni de la voluntad misma, sino de una fuerza sistémica sin precedentes en la historia de la humanidad que se inició hace siglos y cuya culminación fue el siglo XX: el capitalismo.


Esta “muerte que nos gobierna”, en sentencia acertada de Raoul Vaneigem, ha organizado el mundo en todos sus niveles. En Los siete pecados capitales del capitalismo (1999) tratamos de escenificar, mediante un cabaret político, las características esenciales de ese sistema. La última de estas escenas se titulaba “El orden-muerte” y representaba la destrucción de las relaciones humanas y de las relaciones del ser humano con la naturaleza a través de una sencilla escena hogareña: una mujer que riega unas plantas de plástico, que cambia el sol por la luz eléctrica con la que “alimentar” las hojas y flores de plástico y que se sienta en su silla de plástico para esperar a un amante de plástico y sin rostro. En las numerosas representaciones que hicimos de Los siete pecados capitales del capitalismo y en los debates que tuvimos después con el público se nos llamaba la atención sobre el hecho de que el capitalismo no solamente había creado una cultura sino que el capitalismo también había creado una subjetividad, la única en la historia que tiene como fin único el de rentabilizar, en términos de capital, la potencia del ser humano, la única capaz de utilizar en su beneficio la destrucción (la muerte) de la recurrente capacidad de producción del ser (según la célebre definición de Spinoza). Matadero occidental es, como Los siete pecados capitales del capitalismo, una obra sobre esa fuerza sistémica “occidental”, concebida también fragmentariamente, con escenas distintas sin ningún hilo narrativo, porque no hemos encontrado posibilidad de expresar estructuralmente la devastación silenciosa y cotidiana de nuestro tiempo, que continúa la indagación de la pieza anterior centrándose ahora sobre el tipo de subjetividad que ha construido el capitalismo.


Matadero Occidental desarrolla igualmente una investigación acerca de un teatro político que pueda interpelar al público en su condición de sujeto contradictorio y sin explotar para ello su emotividad, al mismo tiempo que permita establecer un dispositivo escénico lo suficientemente rico como para asumir la representación de hechos que suceden en las cabezas de los individuos y que no son fácilmente observable directamente.


Como señala Vaneigem “nunca la servidumbre se ha mostrado tan voluntaria como hoy”, pero también “nunca hubo tantos medios dispuestos a favor de una verdadera emancipación de los indi-viduos y de los pueblos”. En esta terrible paradoja se inscribe Matadero occidental tratando de poner a la vista del es-pectador lo que hoy pasa por normal y natural. Esta función de hacer extraño lo que ocurre diariamente en nuestra vida cotidiana para así poder pensarlo es tal vez el legado más importante de Brecht en tanto que si es posible pensarlo entonces se inaugura el horizonte de la transformación. También se ha tratado de hacer efectiva la conocida afirmación de Hölderlin de que “allí donde amenaza el peligro también está cerca lo que salva”, inscribiendo en el propio conflicto de la obra su negación. Pero la pregunta es obligada: si antes se escribió “lo hemos visto y también los sabemos”, ¿por qué vamos a creer que después de saber vendrá el cambio? ¿Por qué vamos a confiar en que el conocimiento del horror y la barbarie puedan dar lugar a una subversión? ¿Por esperanza? No, por desesperación.


La virtud del teatro es, precisamente, que integra al espectador en un espacio escénico cuya trama afecta a todos sus sentidos y que conforma un específico conocimiento, la crítica, de raíz no solamente intelectual. Las 14 formas de morir, una muerte “que procede única-mente de la muerte tolerada durante días y noches”, que componen esta obra constituyen la descripción de situaciones cotidianas que fabrican los actos de inhumanidad sobre los que se sostiene el capitalismo. Pero no todas se conocen como tales muertes. Más aún, la mayoría han sido declaradas problemas del individuo. Esta pieza trata de mostrarlas como efectos sistémicos y en su misma elaboración textual o escénica contienen los rasgos de la muerte tanto como los de su negación.


A esta fábrica de la muerte que es el capitalismo, a este matadero occidental, sólo puede oponerse la vida, pues “la vida es la sola violencia capaz de acabar con todas las violencias”. Una vida no esencializada, sino un poder. Matadero occidental se produce en un escenario y, como toda revolución, continúa en la calle, en el trabajo y en la casa, porque antes empezó en la calle, en el trabajo y en la casa. Sin ese a priori cualquier acción está condenada de antemano a fracasar.




UNIDAD DE PRODUCCIÓN ALCORES Y KONKRET


Fundada en 1985. Selección de montajes: 1986.- Teresa de Leopoldo Alas “Clarín”; 1987.- El malentendido de Albert Camus; 1988.- El pelícano de August Strindberg; 1988.- A puerta cerrada de Jean-Paul Sastre; 1989.- El secreto de Ramón J. Sender; 1989.- Diálogo de fugitivos de Bertolt Brecht; 1990.- Nocturna mas no funesta de Iris M. Zavala; 1991.- Los hombres y sus sombras de Alfonso Sastre; 1992.- Canto del fantoche lusitano de Peter Weiss; 1993.- Tiempos muertos de Jerónimo López Mozo; 1995.- Interiores de Luis Zapata; 1996.- Gas de Georg Kaiser; 1997.- Pieza didáctica de Baden sobre el acuerdo de Bertolt Brecht; 2002.- Tobías el taimado y Raúl el roña de Isaac Bashevis Singer; 2002.- El nuevo cerco de Numancia de Alfonso Sastre; 2003.- Matadero occidental del Colectivo Konkret; 2005.- El coloquio de Belén Gopegui; 2005.- El poder se tambaleará de Marc Blitzstein; 2005.- Los Horacios y los curiacios de Bertolt Brecht; 2005.- Nosotros, hijos de Eichmann de Günther Anders; 2006.- En la soledad de los campos de algodón de Koltés; 2008.- Diálogo sobre el fin de los tiempos modernos de Jaime Semprún; 2008.- Los invasores de Egon Wolf.


KONKRET Selección de montajes: 1995.- Sobre Cabeza de turco de Günther Wallraff y Juan Goytisolo. (como Acción Teatro). 1996.- Iluminar lo oscuro (pieza experimental); 1996.- Romper el cerco. Diccionario del nuevo orden mundial, (pieza de teatro político); 1997.- Acciones necesarias y representables, (pieza de teatro político); 1998.- Pieza didáctica de las ocupaciones (pieza de teatro político);

1999.- Los siete pecados capitales del capitalismo (cabaret político); 1999.-Nuevas acciones necesarias y representables (Pieza de intervención); 2000.- Interferencias sobre la mujer (Pieza de intervención); 2001.- La sociedad de la supervivencia de Raoul Vaneigem (Pieza de intervención); 2001.- Las cartas sobre la mesa (pieza de teatro-foro); 2001.- Las redes de la explotación (Pieza de intervención); 2001.- Las pisadas del Dólar (Pieza de intervención); 2002.- Desvelando la política del arte apolítico y el horror de Thyssen (pieza de Teatro invisible); 2003.- Un diálogo entre el exilio y el éxodo (Pieza de intervención); 2004.- El mundo en el mundo (Pieza de experimentación); 2005.- Diez pasos sobre la mujer (teatro e intervención, teatro-foro; teatro-imagen); 2008.- Fuego en la piedra (Pieza de Teatro Político); 2008.- Sentidos opuestos (Pieza de intervención); 2009.- La muerte a manos del esclavo (Pieza de Intervención); 2009.- El otoño de los cuerpos carbonizados de Andrés Recio.